Anoche me arranqué un cachito de piel del meñique. Puro vicio. Sabía que dolería.
El caso es que la piel se fue desconchando hasta llegar a mi cuello. Estaba seca y rígida. Como el tronco de un arbol.
Esta piel es genial para mi bongo, me dijo.
¿Cuanto me das por ella?, dije yo.
Si quieres me la arranco toda y te la vendo.
Total, es mejor ahora que más tarde. Estaba empezando a cogerle cariño.
(Cómete mis pieles. Te las regalo)
2 comentaris:
Sin piel no hay frontera, de contacto, ¿tanto quieres dar?. O recibir.
Mmm... ¿Tu blog aparece y desaparece o es una (des)ilusión óptica mía?
No te quites la piel a tiras, mujer, y menos la vayas regalando al primer peletero que llegue. Tú échate aceite de coco y ponte al sol, ya verás que el calor te desinfecta.
Un besillo, niña.
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