dimecres, de desembre 19, 2007

las farolas me abofetean por las mañanas. las luces de navidad, por las noches. empiezo a pensar que cogeré un ataque epiléptico como mi vecina no se quite las luces de la terraza. entre las navidades y los exámenes no veo el punto de inflexión. punto de inflexión. qué bien queda esta palabra. los exámenes se solapan al pollo relleno y a las gulas sintéticas. sólo prové las gulas verdaderas una vez mientras mi madre decía: disfrutad, porque no las provaréis nunca más. es dificil disfrutar de algo cuando estás bajo presión. una vez también me explicó que para ella lo más importante de la navidad era que estábamos todos juntos. pero todos juntos para qué si no nos escuchamos. cada día me acuesto más tarde y me levanto más pronto. me despierto como si fuese la noche anterior y podría volverme a acostar. pero sobrevivo en mi letargio sin saber muy bien si sueño o no. qué más da, me digo. hacia el medio dia me coge un sueño terrible. pienso a menudo en hacer la siesta pero eso de despertarme y que sea de noche me hace coger una tristeza asquerosamente melancólica. pienso en estudiar, en sobrepasar ese punto de inflexión y prepararme los exámenes. punto de inflexión. y sin embargo, hoy que lo intento, las jodidas luces de mi vecina me han estallado en las pupilas.
y previo a mi ataque epiléptico, ha venido una ceguera profunda, rodeando toda mi visión de una auerola blanquecina. ahora sobrevivo en un letargio, sin saber muy bien si sueño o no.
y qué mas da, me digo.
total, nada ha cambiado.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Las cosas no cambian.
Las cosas las cambias.

Anònim ha dit...

XDDD punto de inflexión, como mi nariz!!!!! claro, q eso según algunos es malo.