se acerca. me besa. o tal vez le beso yo, no lo sé. es una de esas acciones del juego para las que se pediría la opinión a un juez de línea. es un beso inocente, como los que se dan los niños. no hay nada de pasión ni deseo sexual. es un beso de aprecio. de estoy ahí para ti. el beso me trae todo el calor de las noches de verano cuando todavía dormíamos juntos y despertábamos pegados. y todo el frío de las noches de invierno en las que jamás me quiso y su hueco estaba relleno de mantas. lo de él fue un amor del tiempo del calor. lo mío fue un amor atemporal y a destiempo. el beso ahora sólo me sirve para recordarme que ya no le quiero. el beso le recuerda que ya no me tiene. y aunque le sorprenda, qué voy a hacerle yo, si desde su ausencia me juré que no iba a compartirme con nadie. el beso ha sido el último pespunte de la herida. el último barrote que quedaba en pie de la jaula que me encerraba. pero el beso es también su cicatriz, su forma de decir lo siento. su pena, su llanto, su tristeza. el beso es su puerta trasera por la que siempre se marchó cuando las cosas se ponían feas. adiós, amor. adiós.
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