parecía una revuelta.
las calles que llevaban a mi corazón se quedaron vacías.
apenas eran la sombra de lo que un día fueron:
venas llenas de vida.
habitadas.
alegres.
y llenas de amor.
nada.
nada ocupaba ya su sitio.
era el principio del caos.
como una ciudad arrasada.
una ecatombe.
sentí pánico.
me dolía la ausencia del mismo modo
que a los mancos les duele el brazo que les falta.
me dolía el vacío, la inexistencia.
me dolía darme cuenta de que mis arterias
estaban llenas de sangre, sin más.
que ya no había amor ni alegría
ni nada que las poblara.
pero sobre todo
lo que más me dolía
era pensar que tal vez, en ese preciso instante,
se encontraban todos los restos de vida
que un día habitaron mi cuerpo
haciendo el amor
en sus camas.
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