dilluns, de maig 28, 2012

Tus sesenta

No sé cómo devolverte el texto que te debo. Podría ponerlo bajo tu almohada, un memorándum por los tiempos en los que dejabas mis dientes de leche, convertidos en quinientas pesetas, bajo mi cabeza. Solo yo sé cuántas veces empecé a escribir esto y no sé si podré terminarlo. Debería enseñarte dónde guardo los puntos para estas frases que nunca termino. Están aquí, sellando este cuerpo ya casi cicatrizado. Algún día toseré y saldrán disparados, tal vez sin sentido, pero empezarán a haber puntos y a parte, tal vez finales, quién sabe. Tal vez finalice entonces el miedo que le tengo a los cumpleaños. Lo siento, tú sabes que de algún modo emprendí la lucha a través de tu imagen soplando las velas, en este cumpleaños silencioso que celebramos. Sesenta. Sé que te debo un texto pero no sé cómo se agradece la vida, y me cuesta escribirlo. Buscar las palabras adecuadas para que lleguen a ti y se conviertan en lo que son: amor, gratitud, comienzo. Lo intento y nada me convence, pero no me canso. Nadie se cansa de luchar si no está solo y yo no lo estoy porque siempre estás tú. Quería decirte que tú tampoco estás solo. Ni lo estarás. La soledad se cultiva como se cultiva este odio que siento algunas veces por quien no me merece. Pero este texto iba de ti, papá, que siempre me desvío. De cómo decirte que te quiero sin que sea tan evidente. Resulta que en este final de mayo, lo único que querías era un texto por tu cumpleaños. Y yo te traje una puta colonia.