Sujetar el alma
que se resbala
entre mis dientes
tras cada bocanada
de aire de verano
caliente. Que quema.
Es un aire que no oxigena
pero alienta
a seguir en esta carrera
que nunca gano.
Llegar a casa
después de ocho horas
para comer el pan
de cada día
y que sea duro.
Y repetir.
Bocado tras bocado,
saliva tras saliva.
Ya nada es tuyo
y a mí
me arde el pecho
de este aire de agosto.
Me duelen los dientes
de tanta crosta.
Pero sobre todo me duele
la lengua
de tanta palabra
que no te llega
porque ya no estás.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada