dimarts, d’abril 18, 2006

Fin del periodo de abstinencia

Anoche debí decírtelo pero tu tripita de gato me conquistó y preferí tocarla.
Momentos antes, cuando hablabamos sobre el instinto maternal que despiertan en ciertas personas, me dió por pensar en mi madre y ya sabes cómo me pongo. Así que triste, pensé que lo mejor era no contártelo.
Al rato, viste mis braguillas tiradas por el suelo del pasillo. No me estaba tocando, ya te lo advierto, es que me picaba mucho la entrepierna y esas bragas con visillos se me clavan en las ingles. Sí, en mis ingles brasileñas o en mis no-ingles, todo por culpa de esta moda en la que lo más bonito es lo más sencillo. Sencillo es no tener que hacer nada, digo.
Y en fin, que debí decírtelo anoche pero no me pareció el momento adecuado. Porque estaba desnuda, sin braguillas y porque acababa de hablar con mi madre. Y resulta que anoche no me llamó por mi nombre sino Audrey, como si supiera lo de mi doble personalidad y que Audrey es la que habla por mí últimamente. Me llamó Audrey, cariño, total que no me pude contener y me dió por llorar.
Y después de esto pensé: "¿Cómo le voy a contar lo que hace rato que debía contarle si estoy desnuda y llorando?" .
Y decidí mirar con no-ganas mis no-ingles (su no-forma me hace venir ideas no-geniales). Y entraste , amor, y yo me miraba mis genitales. Y claro, yo lo entiendo, que cuando te enciendes, te enciendes y no hay quien te pare.
Entonces, como si estubieras en celo, me enseñaste tu tripita de gato.
Y pensé: "¿Le digo ahora lo de que dejo la dieta o lo hago mañana?"
Así que, cariño, te lo digo hoy. La dejo. No soporto la abstinencia y pienso comerte cada vez que me venga en gana. He dicho.

1 comentari:

Gata Chata ha dit...

Pues me encanta tu manera de escribir. He dicho. Y punto.