Anoche me tejieron un trocito de corazón.
Después de cuatro pespuntes, me preguntaron que qué tal me lo notaba. Pues ya ves, bien. Más acelerado de lo normal, como si se me hubiese hecho pequeño y tuviera que bombear más veces que antes. Me dijeron que era normal, que el corazón empequeñece a una velocidad directamente proporcional a los rotos que tengas en él. Pues que suerte, oye.
Un mensaje inesperado se me coló y llegó a mi ojo izquierdo. Sí, miratúquebien, ahora solo me llora un ojo. Y el pobre corazón, venga a trabajar. Te lo dije, que no me dieras más sustos.
Y te entiendo porque debe ser horroroso creer que no sé lo que estás pensando mientras intentas huir de mis preguntas mordiéndote las uñas. Y así me las devuelves, con mensajes inesperados en momentos inesperados.
Después de cuatro pespuntes, me preguntaron que qué tal me lo notaba. Pues ya ves, bien. Más acelerado de lo normal, como si se me hubiese hecho pequeño y tuviera que bombear más veces que antes. Me dijeron que era normal, que el corazón empequeñece a una velocidad directamente proporcional a los rotos que tengas en él. Pues que suerte, oye.
Un mensaje inesperado se me coló y llegó a mi ojo izquierdo. Sí, miratúquebien, ahora solo me llora un ojo. Y el pobre corazón, venga a trabajar. Te lo dije, que no me dieras más sustos.
Y te entiendo porque debe ser horroroso creer que no sé lo que estás pensando mientras intentas huir de mis preguntas mordiéndote las uñas. Y así me las devuelves, con mensajes inesperados en momentos inesperados.
Así que mientras espero a que se me cure el corazoncillo, te propongo enviar mensajes a un teléfono huérfano.
Sí, como lo oyes. Hoy, me desconecto.
Hoy: voy a echate un poquito de menos
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