Puede que sea una persona desganada porque de hecho lo fui desde el momento de nacer. Nací de mala manera, sin ganas. Como si algo dentro mío supiera que estaría mejor sin nacer. Y sin embargo, al final, nací.
Nací sin ganas, sí. Y sin ganas fui creciendo. Crecí en una casa de bolígrafos rojos, de gente habladora y desinhibida. Descubrí que el sexo era bueno y libre desde la tierna infancia.
Aprendí a leer en periódicos y a contar mirando el telecupón.
Me enseñaron a diferenciar las cosas buenas de las malas sin yo prestar mucha atención.
Jamás me hicieron bocadillo a la hora del recreo ni tampoco me dejaron llevar chucherías para celebrar mi cumpleaños. Creí que me causaban un tremendo trauma infantil.
Sin embargo ellos creían que me enseñaban que a las personas no te las ganabas con regalos.
Me hablaban sobre el tiempo, del atmosférico y del relativo. De que mañana lloverá y no puedes hacer nada nena porque las cosas en la vida funcionan así.
Y qué equivocada estaba yo cuando estaba desganada.
Porque de repente, llega un día en el que todo cobra sentido.
Y te explican (te recuerdan) la diferencia entre lo bueno y lo malo. Entre esconderse e ignorar. Te recuerdan lo de la relatividad del tiempo. Lo de: te hemos educado para ser libre. Lo de no puedes hacer nada nena porque las cosas en la vida funcionan así.
Y me viene a la cabeza un no se qué que no me acuerdo. Y me vienen ganas de volver a volar.
Y me vienen GANAS de volver.
De volver a aprender a contar en los telecupones.
Y, nada, que ahora que volveré a contar... juro que esta vez contaré bien.
1 comentari:
Sin duda alguna la vida misma es la que te enseña que las cosas funcionan así, siempre hay tiempo para contar bien...:-)
Publica un comentari a l'entrada