dilluns, de juny 04, 2007


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Dame una patadita. Sí. Ahí. Dámela. Fuerte. Que duela.
Quizá solo así aprenda.
A base de hostias.
Como tú quieres.
Para volver a casa con los cachetes morados.
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Pero no sabes, pequeño, que, como los camaleones, se me volverán verdes de la envidia que me doy. Porque sí.
Porque soy lo mejor que me ha pasado.