dilluns, de novembre 26, 2007

He perdido las buenas costumbres. Ésas que me convertían en alguien responsable.

Ahora ya no hago lo que me piden ni espero nada de nadie.
Me muerdo las uñas sin contenerme y cada vez me hago más daño. Pero qué gusto cuando me despellejo, señores.
Disfruto con cada borrachera y no me importa vomitarme cuando creo que conozco mis órganos más de lo que los conozco en realidad. Me tomo el último chupito aunque sé que me matará. Hasta el momento, siempre he resucitado al día siguiente. Con mi peor cara.
He dejado ya de querer dejar de fumar excepto los domingos. El alquitranado en mis pulmones me sienta mucho mejor.
No evito encontrarme en los espejos y cuando lo hago, pongo mi cara de gorila en celo. Y me río hinchando la nariz.
No doy lecciones sobre mis conocimientos y no tengo reparos en demostrar el asco que siento cuando alguien me las da sin que se las pida.
Me excito con cualquier programa de la tele (excepto con el telenoticias que últimamente está fatal) y me masturbo sin correr las cortinas. A mis vecinos les encanta.
No cierro el agua caliente mientras me enjabono desde que me dí cuenta que era la única gilipollas que lo hacía.
Me engancho a todos los programas que echan por la televisión y empiezo a creer en el polígrafo.
He dejado de ponerme metas semanales. Ni diarias. He dejado de ponerme metas en general.
Me ducho sólo cuando me apetece y me estoy dejando crecer los pelos de los pezones, para tirar de ellos cuando me aburra.
He cambiado tanto mis costumbres que ya casi ni me recuerdo.
.
Como tú.

3 comentaris:

Anònim ha dit...

Me gustaria poder ayudarte.
Ayudarte a vivir cosas nuevas, a probarlo todo, a exarte palante..
Pero supongo que yo pasé a formar parte hace tiempo de esa rutina que tanto odias.Lo siento.

Un besito.

Anònim ha dit...

No se trata de rutina niño, siempre existe una rutina. Se trata de aprender a vivirla y de empezar a disfrutarla. Supongo que forma parte de dejar de estar peleado con uno mismo. Ser consciente de tus defectos, y aprender a vivir con ellos hasta el punto que casi llegarías a defenderlos.
Yo, la reina de las dietas he decidido que para disfrutar mi rutina debo empezar a no darles tanta importancia, de empezar a entender que siempre peso 63 y no debo pelearme constantemente por llegar a los 60, porque siempre vuelve a marcar más.
Porque no, a mí tampoco me importa ya el michelín que me asoma por el pantalón cuando acaba el fin de semana, y aprendí que tal vez el michelín me lo creo yo llevando pantalones que sólo pueden quedarle bien a una top model.
He aprendido que soy tremendamente cabezona y que mis amigos se cuentan con los dedos de la mano.
Que a él nunca le gusté, y que si le gusto, es más imbécil todavía.
Que sí quería algo más, y que no fui valiente para admitirlo.
Que soy empollona y que siempre lo fui.
Y que soy demasiado responsable y que a veces, te envidio nena, por no ser capaz de dejarme llevar.
...
En fin, aprendí a vivir conmigo misma y a pasar ratos a solas, y ahora soy más yo que nunca.

Muchos besos nena, me alegro de hayamos llegado a disfrutar la rutina a la vez. Ahora, nos entendemos mejor.

Gata Chata ha dit...

Un par de cositas:

Desde hace poco era yo la que empezaba a cerrar el agua caliente mientras me duchaba. Gracias por quitarme las ganas de salvar el mundo.

A la pregunta de "¿es cierto que ahora crees en el polígrafo?" tú respondiste que sí y el polígrafo determina que...

Mientes.


(Un besito.)