dilluns, de febrer 28, 2011

las tetas de mamá

Mi padre, aunque nacido en una ciudad, sigue manteniendo la sensibilidad de las personas de pueblo. Probablemente esa se la transmitieron mis abuelos, ellos sí, procedentes de un pueblo del norte de Andalucía. Según mi abuelo, fueron los senos de mi abuela  en concreto los que le transmitieron esa sensibilidad. Resulta que sus senos regaron el estómago primerizo de mi padre con una leche dulce y tibia que sólo las mujeres que viven tranquilas y sosegadas saben fabricar. Parece ser que la bondad humana viene de teta y mi padre tuvo las mejores. La revelación de mi abuelo hizo que yo desde pequeña me planteara mi poca sensibilidad, pues las tetas de mi madre eran de ciudad y eso era algo contra lo que no podría luchar nunca. Las tetas de mamá debieron darme leche insensibilizadora y por eso, el dolor era algo crónico que nunca llegaba a herirme en exceso. Sólo mojaba mis mejillas en forma de algo salado, nada parecido a la leche que me daba mamá, por cierto.