Nos dejas
y no avisas
y no hay consuelo para tantos ojos
que apenas llegan al cuarto de siglo.
Que apenas saben nada.
Y entonces, pienso en ti
y te veo como una estrella fugaz
que pasaste rápido por esta vida
dejando tras de ti una estela
que aún nos mancha las retinas.
Y estos ojos, sin consuelo
se sienten más aliviados
de saber que te has vuelto cometa
y que ahora vuelas,
libre,
por el resto del universo.
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