Tener esperanza en veranos que no existieron.
En los "nos vemos pronto" y en los "tres meses no son nada".
Todavía creo en las palabras que no me han dicho
del mismo modo que aún creo que no hay maldad.
Sí, tengo esperanza.
En los rellenos para estos vacíos que han dinamitado mi cuerpo.
Y en el canibalismo (aunque ya casi ni lo recuerdo)
que destrozó encías con saliva
e hizo brotar sangre de tu diente de leche (que se negó a abandonar tu cuerpo).
Tengo ansia y náuseas, a partes iguales.
Me da miedo que lo que nos haya mantenido con vida
sea la monotonía de no habernos tenido,
el buscarte en cada esquina y encontrar a nauseabundos habitando tu sitio.
Ahora que regreso me alegro y me asusto
a partes iguales.
No sé si equivale a rebobinar la cinta
o simplemente a darle al play.
Dejaremos de ser dos.
Adiós Madrid, adiós.
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