"Decirle a alguien que ya no le quieres es difícil. Mirar a unos ojos que has conseguido desnudar a base de visiones de cuerpos revueltos, de carne fría mezclada haciendo nudos. Y vestirlos. Cubrirlos con palabras bonitas, que no suenen a lo que son: que ya no. Conseguir que tus ojos sean una sombra de la realidad, que estén alicatados con losas de esmejorasí. Balbucearle a unos oídos que antes fueron testigos de tus deseos. Usar los labios con los que le rogaste que no se detuviera para lanzar bloques de hielo, directos a un pecho que aún no se ha cansado de querer...
Pero decirle a alguien por qué no le quieres es más difícil. Y de hecho yo no sé, y sigo sin saber, si algún día conseguiré encajar que la única explicación por la que ya no me quieren es porque nunca me han querido".
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