dimecres, d’abril 25, 2012

Contra la anestesia

Los niños ya no se parten dientes en el parque porque ya no hay columpios de hierro ni toboganes de hierro. Ahora juegan en parques acolchados sin temor a esta vida que vivimos; son los niños anestesiados contra el dolor. Nosotros, en cambio, nos abríamos las cejas en cada columpio con el que jugábamos. Albergo en mi cuerpo cicatrices de toboganes crueles, de tropezones con piedras crueles que terminaron incrustándose en mis rodillas durante las tardes crueles que pasé en los parques del hierro. Cada herida de mi rostro son mis huellas dactilares y me recuerdan desde el espejo que la vida duele.
Internet se llena de almas que buscan el parque acolchado que nunca tuvieron. Anestesia del dolor del presente porque, cómo duele el presente, señores.
Dios creó Internet y los parques acolchados. Luego llegó la tristeza.

Sé que en algún lugar del mundo todavía quedan parques de hierro en los que abrirse brechas. Y allí me dirijo, sin anestesia.