divendres, de febrer 15, 2013

Frío

A veces aún pienso en cómo sonaba
la orquesta de tus dedos
arrítmicos, torpes.
Y en cómo ya no me tocas.
No hay música
en el desierto de mi cuerpo.
Se ve que
si pasas mucho tiempo allí
te quedas sordo.
De no oír nada
oyes nada
por siempre.
Pero ya no hay música
en tus dedos,
en tus labios.
Acaso un leve chirrido
por la falta de práctica.
Acaso un leve susurro
no me toques.
Y el ruido de la puerta
cerrándose
tras de ti.