dimecres, de maig 08, 2013

Nuestra guerra

Cuando digo amor pienso en el mar y por mar me refiero a las olas y me imagino balanceándome, enredada en ellas, aunque cuando hablo de ellas, en realidad, hablo de ti; de mí en tu cintura, de mis vacíos encajándose, por fin, en tus vertientes y por vertientes digo precipicios, las rocas donde van a romper mis manías, donde se para el hambre que impulsó esta guerra. Nuestra guerra. Y cuando hablo de hambre, en realidad, hablo de trenes, de aviones que se alejan, del sabor metálico en la boca de después, por tantos labios mordidos. Por hambre, me refiero como sabes, al salitre de mis lágrimas bombardeando tus acantilados, que no te mojan, pero sedimentan y cristalizan y algún día romperán tus fundamentos, y la casa caerá, enferma de aluminosis. Nuestra guerra, como ves, es una guerra silenciosa, a veces congelada, tapada por el amor que nos tenemos y el hambre que se estrella contra tus muros, contra tus dientes de leche, tan de niño, en ese cuerpo al que ya no pertenecen.