Tal vez sean sus ojos que me preguntan sin querer que qué es lo que quiero. O tal vez sea el comprender que es todo tan complicado... Sobretodo el amor. Porque... ¿quién decide qué es querer? ¿Hasta cuánto es suficiente? ¿Quién decide dónde está el límite entre el amor y la monotonía, entre el querer y la necesidad de hacerlo?
Quizás sólo baste con pensar lo que nos recuerda el refrán de "Quién bien te quiere te hará llorar". Quizás sólo necesite pensar durante un momento en este hecho y darme cuenta de que hace mucho que no lloro. Porque ya no me hiere lo que me hace, no me molesta.
Y es que, tal vez, el colchón, cansado de oírme llorar, me hizo un trato y me cedió su espuma para poderme forrar el corazón e impedir que nada más me volviera a herir. A modo de caparazón, como un anitbalas. AntiTU. Antitodo. Antidolor.
Y siento miedo porque tal vez sea este no-llanto el límite real entre el amor y la monotonía. Y quizá eso signifique que ya no le quiero, que ya no me hiere, que ya no me hace llorar y que por tanto... ya no le bien quiero.
Tal vez ese alguien que ha de determinar hasta cuánto es suficiente querer, sea el corazón. Tal vez sea él quién dice basta, quién intenta hacer ver por esos ojos (que no-lloran) que ya nada es lo mismo que antes y que tal vez estés atravesando el límite.
Por eso. Por eso necesito mirar sus ojos que me preguntan sin querer que qué es lo que quiero. Porque sólo sus ojos serán capaces de decirme si es lo mismo que antes o no.
Así pues... seguiré mirando sus ojos que me preguntan sin querer que qué es lo que quiero.
A ti, creo. Creo que te quiero a ti. A ti pero espérate, un poquito sólo, sólo hasta que consiga quitarme esa espuma que me abraza el corazón.
Sólo un poco porque de momento vivo... con el corazón en obras.
1 comentari:
Nena!!!!!!!!!!!!!
Soy María. Y ha sido mi hermana la que me ha comentado lo de tu blogg.
Ya creía que esta faceta tuya de escritora la tenías aparcada.
¿Tal vez no te apetece que nadie lo sepa?
Yo no diré nada, pero me ha sorprendido, y es que supongo que cuando crees conocer mucho a una persona ya crees que no puede llegar a sorprenderte más.
Somos mucho más complicados o tal vez más simples, y por eso todos pensamos lo mismo, y creemos que los demás también piensan igual que nosotros.
No sé que decirte. Supongo que si te sirve para desahogarte o para recuperar esa manera preciosa tuya de contar las cosas, merece la pena.
Muchos besitos, y espero que sigas escribiendo porque ya se me había olvidado lo bien que lo hacías.
Publica un comentari a l'entrada