A deshora me levanto... justo cuando todo se calla. Él me mira, yo le miro.. y no nos decimos nada. Como antes, más allá, en los tiempos más remotos.

Él me mira, yo le miro... y fingimos que nada pasa. Él camina, yo camino... ambos el mismo camino. Cada uno a su manera, cada uno... con un destino.

Y si le agarro del brazo y se gira y nos miramos... parece que todos los gestos resurjan desarmados, sin sentido... Con lo bien que los había soñado...

Creo sentirme capaz de vallar partes de mi vida, alicatar mi corazón para impedir que me empape... Y me mojo, y me hundo... y me ahogo. Como antes, sufriendo mi puto síndrome de osmosis... Porque me he creído un pájaro por tener pico.

Y es este pico el que a la vez no me impide decirle que le quiero... Y jugando a ser pájaro, a ser bruja o a ser lo que quiera porque es mi cuento, porque yo mando y porque las cosas aquí acaban como yo quiero, me encuentro de repente con el muro gigante del miedo, del olvido, del cariño, del recuerdo... Y pienso en podarme, sueño en arrancarlo todo, irme lejos, olvidarme de mi viviendo en mi, olvidarme de mi viviendo en el mismo cuerpo... Tan útopico que pensarlo da miedo.

Y me encuentro con el muro, sin yo quererlo, y le agarro del brazo, pero ya no se gira me dice que siga, que yo sé cómo acabará todo porque sólo él y yo sabemos que el destino nos la tiene jugada y que algun día todo... (y casi lo digo y casi pierde la magia).

Y me encuentro con el muro y al otro lado me espera... Intento saltarlo pero soy un pájaro... Intento volarlo pero se me olvidaba...

Que me he creído un pájaro por tener pico... pero aún no tengo las alas...

...aún no tengo las alas...