dilluns, d’abril 10, 2006

Discúlpeme si no actué como es debido. Le pido mil perdones.
Discúlpeme, porque le pedí la mano y me llevé su brazo entero. De verdad que lo siento.
Discúlpeme si le hice creer que después se lo devolvería. No soy persona de palabra.
Discúlpeme, porque sin querer su brazo se convirtió en mi mejor arma.
Debe ser triste que le aparte su propio brazo, no lo dudo. Y extraño hechar un pulso consigo mismo.
Pero su brazo mío, ahora me acuna y me abraza. Me da todo el amor que usted no me dio cuando el brazo suyo mío era suyo. Y claro, debe entender que no quiera devolvérselo.
Sé que debe ser dificil vivir sin brazo, pero más difícil es vivir sin corazón. Y piense que un dia le dije que se lo regalaba entero.
Por eso le dirijo la carta a usted, señorsinbrazoperoconmicorazón. No es una plegaria, tampoco se lo suplico. Más bien es una amenaza.
No me quite su brazo, señor. No me quite su brazo y yo no le quitaré mi abombado y pegajoso corazón.