dilluns, d’octubre 10, 2011

Estructura

Aquí los huesos duelen y las mañanas se han acostumbrado a esperar a nuestros sudores. Nos debemos tiempo. Casi un año. Somos como bicicletas al principio de verano, oxidadas, deshinchadas. Chirrían nuestras piernas cuando se abren. Chirrían nuestros corazones de sentir la vida de verdad, al mismo tiempo y espacio. Sin pantallas de por medio. Y es que hace tanto... Yo te noto cómo miras mi piel, como si fuera una pared vieja que acabas de descubrir. Está a punto de desconcharse, preparándose para el otoño que no llega. Estoy haciendo sitio para las hojas secas, aunque aún no vengan, aunque nunca vengan. Las prefiero al moho que hay en este aire, que no nos alimenta pero se anida en los pulmones. Y duele. A veces, cuando todavía duermes, respiro tu piel y me asusto. Huele al calor que yo no tuve, al verano que jamás penetró en mis poros. Y entonces, si me alejo, me viene de repente el frío, se me vuelven a quebrar los huesos, me llega la humedad que desconcha paredes, que me hiere la piel. Ya lo decía mi abuela, que aquí la humedad duele. Menos mal que estás tú.

1 comentari:

Helenaconh ha dit...

la humedad duele, y mancha. Y si pintas encima, las manchas, vuelven a salir.