dijous, d’octubre 20, 2011

Hedor

Incluso las braguitas que dejé olvidadas en la esquina del cuarto.
Ya todo huele a ti.
Husmeo lo que me rodea
y eres tú.
Tu sudor, tu saliva, tu sangre.
Y más.
También tus dolores, tus nervios y tu insoportable optimismo.
Tu olor me trae recuerdos de intestinos y tripas revueltas,
de musclos de mar y sucedáneo de langosta en un restaurante de Cadaqués.
Hueles
(huelo)
a felicidad en un sofá (de treinta y dos pulgadas).
A danza de la lluvia (que nos obligue a quedarnos en casa).
A sudor descompasado.
A rugidos de hambre,
de sexo
tan salvaje...
que nadie dudará de que lo nuestro
en realidad
solo es amor.