dilluns, d’octubre 29, 2012

Reset

Hay una mancha de sangre en el lavabo
y tú no conoces esa parte de mí.
El primer pinchazo llega siempre al despertarme. 
A partir de ahí ya todo es mejor.
La explicación fría, los ojos llorosos,
el aliento que no te di,
el perdón que nunca dije,
ese adiós, seco, inerte;
y yo llorando de camino a casa.
Tú no conoces esa parte de mí.
El calor en el espinazo
cuando me dijiste que me querías,
tú no lo sabes pero
yo sabía ya que eso era malo,
que se acabó.
Game over. 
Y a pesar de todo lo intenté. 
Y tú no conoces esa parte de mí.
Desde entonces habito
este cuerpo yermo
y hago esfuerzos casi estériles
por ser mejor persona, por querer más fuerte y por no hacer daño.
A veces siento que en realidad,
todo esto es un examen
y que espero tu corrección
que nunca llega
porque tú no conoces esa parte de mí.
Ya no hago las cosas tan mal
aunque es verdad que no te quise como debía
como es verdad que tú no me perdonas.
Este cuerpo que resido te es extraño
y escribiendo esto me doy cuenta
de que es normal,
de que hay más de mí sin ti que contigo;
de que tú ya no conoces casi nada de mí.